lunes, 23 de mayo de 2016

Entendiendo a los Kurdos


Dos combatientes peshmerga pertenecientes al Partido Democrático del Kurdistán Iraní son fotografiadas el 1 de Marzo de 2014. (Foto de Kurdishstruggle / CC BY)

Se ha dicho que los kurdos son una nación sin fronteras, aunque eso es cierto sólo en parte. Ellos son, por supuesto, ciudadanos de un buen número de países, los que envuelven a su tierra natal en el Oriente Medio y otros mucho más lejos. Sin embargo, para los kurdos - una nación de unos 25 millones de personas que, a pesar de su cultura compartida, hablan diferentes idiomas, practican diferentes religiones y creen en diferentes ideologías políticas - la ciudadanía no es un asunto tan sencillo.

Sería más exacto decir que los kurdos, después de haber vivido en tierras que no consideran como propias, tienden a ser ciudadanos en nombre pero no en la práctica, por lo que están sujetos a la discriminación y la opresión. En Turquía, los planes de estudios en lengua kurda están siendo prohibidos en la mayoría de las escuelas. En Irak, se estima que entre 50.000 y 100.000 kurdos fueron asesinados a finales de 1980 durante la campaña de Al Anfal de Saddam Hussein. En Irán, unos 1.200 presos políticos kurdos fueron presuntamente ejecutados después de la revolución iraní de 1979.

Los kurdos no tuvieron más remedio que asimilar que el país al que la mayoría de ellos prefieren llamar casa - Kurdistán - no existe y probablemente nunca lo hará.


Hay un sinnúmero de grupos étnicos que han presionado por la independencia, pero el post de hoy hace referencia a la historia de los kurdos, que desde hace más de un siglo han tratado infructuosamente de crear un estado propio. Sus fracasos fueron, quizás, inevitables; el establecimiento de un estado es difícil cuando la privación de los derechos de sus futuros ciudadanos se ha convertido en ley internacional. El Tratado de Lausana de 1923 - que sustituyó al fallido Tratado de Sevres, un documento que pretendía establecer un Kurdistán con fronteras - se encargó de eso. Aún así, los kurdos tuvieron éxito al crear su propio pais, aunque fuera brevemente en 1946, con la creación de la República de Mahabad, nominalmente un enclave kurdo en Irán que fue apoyado por la Unión Soviética y duró menos de un año. Tuvieron éxito, por otra parte, en la obtención de un grado de autonomía, si no la condición de Estado pura y simple, con el Gobierno Regional del Kurdistán (GRK) en el norte de Irak, así como en la zona del Kurdistán sirio del norte de Siria.

Y dado que los kurdos no se encuentran desplazados en su totalidad, pero no están del todo situados en un estado propio, se encuentran emplazados en una región marcada por el caos y explotada por las potencias extranjeras. Por lo que comenzaré la explicación de su situación, como suele ser el caso, con la geografía.

Identidades Diferentes

Kurdistán, el nombre coloquial dado a la patria histórica de los kurdos, es una región sin salida al mar que se encuentra en el cruce entre Turquía, Siria, Irak e Irán. Las montañas de Zagros se sitúan a través de su núcleo desde el sureste al noroeste, formando un formidable terreno que ha impedido la cohesión endémica en los países que lo rodean. Los kurdos, por lo tanto, son étnicamente distintos de sus vecinos árabes y turcos, aunque muchos de ellos comparten la misma tradición religiosa sunita. Y aunque los kurdos se acercan más a los persas que a otros grupos étnicos, son culturalmente únicos y eso les ha imbuido de una fuerte identidad singular.

Pero si las condiciones de su existencia forjaron una identidad cultural singular, esas mismas condiciones hicieron añicos su identidad lingüística. Los dialectos kurdos caen en dos categorías: Kurmanji en el norte (Turquía, Armenia, Siria y el norte de Irak) y Sorani en el sur (centro de Irak e Irán). Los que hablan diferentes dialectos se comprenden generalmente los unos a los otros, pero puede haber grandes diferencias lingüísticas. Y, de acuerdo con la complejidad de la política de la identidad kurda, también hay una rama del dialecto Gorani conocido como Zaza, hablado por los 4 millones de personas que en Turquía a veces se identifican como kurdos y a veces como un grupo distinto.

Esas condiciones también han creado divisiones políticas. La mayor parte de las diversas organizaciones de la región en general están de acuerdo en que los kurdos deberían crear un estado propio, pero no están de acuerdo sobre la mejor manera de hacerlo. Algunos abogan por la cooperación con los gobiernos estatales; otros no. Esos desacuerdos a veces se han vuelto violentos. Cuando el Partido Democrático del Kurdistán de Irak (PDK) se alió con el gobierno en Ankara en agosto de 1995, por ejemplo, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán en Turquía (PKK) respondió atacando al PDK - un claro recordatorio del costo de mantener a un adversario regional.

Como si esto fuera poco, los actores externos se han aprovechado de estas rivalidades para contener el crecimiento de los estados independientes kurdos. Sus razones para hacerlo son múltiples. Hay, por supuesto, la cuestión del territorio, que ningún estado piensa entregar voluntariamente a nadie, y mucho menos a una minoría étnica que podría desafiar su dominio. Tampoco hay ningún estado que quiera sentar un precedente que animaría a otras minorías étnicas en el Oriente Medio a la secesión. Estos actores también bloquean la condición de Estado kurdo por razones financieras. Turquía, por ejemplo, quiere acceso continuo a los recursos energéticos en el norte de Irak, por no hablar de la continuidad de su influencia sobre el Kurdistán iraquí - de ahí su decisión de apoyar al PDK. Irak, también, se beneficia económicamente de la renta petrolera generada por el GRK, quien podría estar menos inclinado a compartirla con Bagdad si el Kurdistán fuera un estado real.

El camino a la autonomía

Con tanto en juego, no es de extrañar que los gobiernos de la región hayan silenciado en repetidas ocasiones las llamadas kurdas por la independencia. Los levantamientos fallidos han tenido lugar en Siria, Irán, Turquía e Irak desde la Segunda Guerra Mundial. Pero en 1991, la Guerra del Golfo y otra fracasada rebelión de los kurdos iraquíes reforzó la unidad kurda por la autonomía. La condena internacional de la invasión de Saddam Hussein de Kuwait - y la posterior zona de exclusión aérea de los Estados Unidos sobre Irak - había creado un espacio seguro en el que un estado de facto kurdo comenzara a surgir. La unidad política seguía siendo difícil de alcanzar, sin embargo, en 1994, cuando estalló la guerra civil entre dos de los mayores partidos kurdos de Irak: el PDK, con el apoyo de los gobiernos turco e iraquí, y el UPK, respaldado por el PKK turco y la Brigada Badr (apoyados por Irán). No fue hasta cuatro años después de que Estados Unidos fuera capaz de negociar la paz entre las dos partes, las cuales, junto con los otros partidos kurdos, constituyen ahora casi el 20 por ciento de la legislatura iraquí.

Los grupos extremistas que han surgido a partir de los brazos militantes de estos partidos políticos siguen impidiendo la formación de un estado kurdo. Los Halcones de la Libertad del Kurdistán, una escisión del PKK, llevan lanzando ataques desde hace más de una década. Una rama iraní del PKK, el Partido por una Vida Libre en Kurdistán, ha atacado esporádicamente a las fuerzas de seguridad iraníes en las zonas de mayoría kurda durante la mayor parte de una década. por ello los votantes iraníes tienden a recordar estos episodios de violencia cuando van a las urnas y con frecuencia han votado en contra de candidatos kurdos como consecuencia.

Sin embargo, hay algunas señales recientes de cohesión. Los conflictos en Irak y Siria han estrechado un poco más los lazos entre las facciones kurdas, gracias a la aparición de un enemigo común: Estado Islámico. 

A pesar de su pasado conflictivo, incluso el PKK y el PDK están trabajando juntos para combatir al grupo yihadista, aunque el PDK sigue permitiendo a Turquía atacar blancos del PKK de forma regular. Aún así, siguen siendo profundas las fisuras entre el pueblo kurdo. El PDK y UPK, en particular, siguen peleándose porque el UPK trata de mantenerse libre del control del PDK a toda costa, llegando incluso a acuerdos con Bagdad para hacerlo. Debido a que estos grupos comandan sus propias fuerzas armadas, conocidas como los peshmerga en su lucha contra Estado Islámico, la tensión entre ellos a menudo se traduce en pérdidas territoriales en el campo de batalla. Así, mientras que los kurdos iraquíes han tenido cierto éxito en el establecimiento de un estado de facto, un Estado kurdo en general es poco probable que surja en el futuro cercano.

En cambio, los kurdos seguirán siendo un blanco fácil para las potencias extranjeras - incluso para los países de fuera de su región de origen - que quieren utilizarlos para sus propios fines políticos. Los británicos lo hicieron en el Kurdistán turco en la década de 1920 y Estados Unidos lo está haciendo ahora en Siria, donde apoya a las Unidades de Protección Popular (YPG) para librar una guerra de poder contra Estado Islámico. Y es este poder, no la aspiración de conseguir un Kurdistán unido e independiente, el objetivo que dará forma al futuro de los kurdos.