jueves, 26 de mayo de 2016

El Acuerdo Sykes-Picot


Mapa del Acuerdo Sykes-Picot que muestra el este de Turquía en Asia, Siria y Persia occidental, y las áreas de control e influencia acordadas entre los británicos y los franceses. (The National Archives)

La historia moderna de Oriente Medio comienza con el acuerdo Sykes-Picot de 1916, firmado hace un siglo. El acuerdo hace referencia al diplomático británico Sir Mark Sykes y al diplomático francés François Georges-Picot, y aunque el acuerdo Sykes-Picot es sólo una parte de la historia de Oriente Medio, es innegable que el acuerdo fue una parte crítica, dado que con el se estableció el marco para muchos de los límites que aún definen el Oriente Medio actual, que delinean Jordania, Líbano, Siria, Irak, Palestina y varios países árabes del Golfo. Algunos de estos estados han tenido más éxito que otros, pero todos han sufrido la tumultuosa construcción de su estado durante el siglo pasado. Si bien se reconoce comúnmente que el acuerdo impone una reja poscolonial idealista y simplista en una región compleja, los límites se convirtieron en reales bastante pronto, mientras los ciudadanos y los gobiernos de cada país comenzaron a construir narrativas nacionalistas.


El acuerdo Sykes-Picot es posiblemente menos importante que las numerosas conferencias que dieron lugar a su aplicación - como la Conferencia de San Remo de 1920, que dividía los territorios alemanes y otomanos en estados administrados por los británicos y los franceses, y la Conferencia de 1921 en El Cairo, que separaba el Mandato de Palestina en Transjordania y Palestina. Pero cuando pensamos en el establecimiento del estilo europeo de Estado-Nación donde antes no había nada, invariablemente debemos pensar en el acuerdo original, cerrado en 1916. Tratando de entender los patrones de lucha que ahora afligen a la región, David Fromkin escribió en 2009 sobre las fronteras y el legado de los imperios occidentales en el Medio Oriente:

La posesión ininterrumpida tiende a dar buen título; por lo tanto el eterno Egipto y la Persia imperial, los supervivientes de la antigüedad, siguen siendo incuestionables en sus reclamaciones a la condición de Estado. Los nuevos estados levantados por hombres fuertes tienden a ser aceptados también, siempre que los hombres realmente sean fuertes y realmente sean indígenas: piénsese en Mustafa Kemal Ataturk  (República de Turquía) y de Abdul Aziz Ibn Saud (Arabia Saudita). En una tercera categoría que no parece tener aceptación encontramos a: Irak, Siria, Líbano, Jordania e Israel. Estos estados son los hijos de Inglaterra y Francia, nacidos del Acuerdo Sykes-Picot-Sazonov en su versión modificada; y con frecuencia se sugiere que se trata de su procedencia lo que yace en el corazón de [sus] problemas.

Pero la idea de Fromkin de que la procedencia ha determinado fatalistamente el caos de estos estados ignora gran parte de la realidad étnico-sectaria sobre el terreno en estos países - al igual que el acuerdo Sykes-Picot lo hizo -. En medio del sectarismo, las fronteras políticas son a menudo inservibles. Pero este tema es harina de otro costal.

El Oriente Medio Posotomano

En 1916, Oriente Medio era muy diferente al poder y la influencia de los que goza hoy en día. A partir de 1915, Francia y Gran Bretaña sostuvieron negociaciones diarias sobre quién debía administrar los territorios levantinos. Cada lado se preocupó acerca de cómo se traduciría el territorio en poder militar con el fin de ganar la guerra y conseguir la expansión de territorio después. Juntos, tomaron la decisión de crear una serie de estados árabes divididos entre las esferas de control británica y francesa. Esto permitiría el acceso a los puertos y las rutas comerciales por tierra, mientras que, por supuesto, contenía la influencia rusa en la región. Las negociaciones previas entre las potencias de la Entente, tales como el Tratado de Constantinopla de 1915, habían asignado varias reivindicaciones territoriales - incluyendo los preciados estrechos turcos - a Rusia. Pero estas cesiones no tardaron en caer en saco roto.

Si Francia, Gran Bretaña y Rusia fueron los actores que dibujaron a duras penas un mapa en todo el Oriente Medio, a continuación, Irán, Turquía y Arabia Saudita (en mayor medida) y Rusia, Europa y los Estados Unidos (en menor medida) son los poderes compiten por la influencia en la región hoy en día. La competencia puede ser menos evidente de lo que era el gerrymandering geopolítico de Sykes-Picot; sin embargo, existe una clara lucha que tiene lugar entre las potencias del mundo. En algunos de los estados levantinos más estables, como Jordania, las influencias externas son menos visibles pero no menos fuertes. Por el contrario, es imposible pasar por alto la influencia externa en Irak, Líbano y Siria. Pero ha pasado un siglo desde la redacción del acuerdo Sykes-Picot, y el papel de los actores regionales en Oriente Medio ha cambiado.

Potencias del pasado y del presente

A pesar de que el Imperio Otomano se derrumbaba en 1916, ya se habían plantado las semillas del nacionalismo turco. El Comité de Unión y Progreso, un predecesor del Partido Republicano del Pueblo (CHP), que defendía el nacionalismo turco, se estableció antes de la caída del imperio. El partido creció y ajustó su dirección mientras Mustafa Kemal Ataturk consolidaba el sentimiento nacionalista en torno a la creación de una República en Turquía. La subestimación del poder turco fue quizás uno de los mayores errores que las potencias aliadas cometieron alrededor de la mesa entre 1916 y 1922. En 1911, Gran Bretaña rechazó la oferta de una alianza otomana, y en 1915 Turquía llevaba a cabo una de sus más grandes victorias militares en los Dardanelos, la campaña naval de 8 meses que repelió a las fuerzas británicas, francesas y rusas. Ahora, en 2016, una Turquía pragmática ha resurgido y está activa en todo el Oriente Medio. A pesar de la tensión que podría causar sus relaciones con algunos de sus aliados, Turquía busca labrarse una zona segura en el norte de Siria, tanto por ayudar a combatir a Estado Islámico y apoyar a los rebeldes sirios como por contener los intentos kurdos de obtener la soberanía. (Los kurdos representan una mayoría étnica en el sureste de Turquía.) Por otra parte, Turquía está tratando de reconstruir los lazos con Israel, para reforzar las relaciones en el Golfo y preservar sus vínculos selectivos con el Kurdistán Iraquí.

En 1916, un incipiente estado Saudí también se perfilaba como unión de algunas de las tribus dispares de la Península Arábiga. Después de volver a capturar Riad a la vuelta del siglo, un jeque en la provincia de Neyd llamado Ibn Saud estaba trabajando duro para centralizar su control mientras el orden otomano se desintegraba. En 2016, el Reino de Arabia Saudita, encabezado por uno de los descendientes más jóvenes de Ibn Saud, es el trozo de tierra más pequeño con más dinero en efectivo del mundo árabe. Pero debido a los bajos precios del petróleo, el reino está siendo más selectivo a la hora de gastar su riqueza petrolera. Por lo tanto, no puede comprometerse plenamente a librar guerras que no cree que puede ganar (como el conflicto en Irak), especialmente cuando está gastando mucho dinero en los conflictos más cercanos de casa, por ejemplo, en Yemen. Hoy en día, Arabia Saudi se embarca en un ambicioso plan para tratar de diversificar su dependencia del petróleo - el recurso que más contribuyó a su ascenso como un estado - Arabia Saudita combate toda una gama de desafíos sociales, de seguridad y desafíos económicos. Pero incluso a pesar de estos obstáculos, el reino está dispuesto a mantener su participación como una voz poderosa en la región y está claro que es un actor fuerte e influyente.

En el Irán de 1916, la Primera Guerra Mundial coincidió con la década final de la dinastía persa Kajar. Persia tuvo que lidiar con la competencia que ejercía la influencia rusa y británica en su territorio así como surgieron los primeros signos de que el acceso al petróleo del país podría ser de gran ayuda para el desarrollo futuro. Para los Kajars, el siglo 19 estuvo marcado por la derrota: la presión británica y rusa, junto con la debilidad interna, contenía sus reivindicaciones territoriales al este de Herat, Kabul y Baluchistán. Las demandas de poder forman parte de la noción de Irán y de su integridad nacional y delinearon las fronteras del estado iraní, algunas de las cuales permanecen hasta hoy. 100 años más tarde, una radicalmente diferente Irán está activa en Oriente Medio, aunque ya no busca la reivindicación de territorio, sino ejercer influencia sobre sus vecinos a través del comercio - en particular en Asia Central - y apoyando a las milicias y movimientos políticos en Siria, Irak, Líbano y Yemen.

Algunas cuestiones planteadas en las negociaciones de Sykes-Picot nunca han sido contestadas y permanecen preguntas persistentes sobre la soberanía nacional y la independencia que Arabia Saudita, Irán y Turquía sostienen activamente. De éstas, el fracturado estado palestino, históricamente más vinculado a la Declaración de Balfour de 1917 que a Sykes-Picot y la imposibilidad de la creación de un estado kurdo son las más destacadas. Ambas cuestiones han estimulado los movimientos transnacionales y las campañas políticas que a veces se han vuelto violentas.

Sin embargo, a pesar de que Sykes-Picot ha dejado una huella indeleble en el mapa político de Oriente Medio, otros actores le han precedido y trascendido sus límites.