Marines sirios fotografiados antes de la Batalla de Bashura, el 7 de febrero 2016. ( Abkhazian Network News Agency / Wikimedia Commons / CC-BY-SA-3.0)
Uno de los temas calientes de la política exterior que centra la campaña de las elecciones en EE.UU. es la idea de que los aliados de América necesitan dejar de recibir la ayuda militar de EE.UU. e intensificar su papel en las zonas de conflicto en las que tienen intereses. Los recursos limitados, el miedo al resurgimiento de la actividad política y militante y la tranquilidad de saber que una potencia militar mucho más grande - como Estados Unidos - va a tomar la iniciativa de todos modos a menudo pone a Washington en la posición poco envidiable de tener que dar el brazo a torcer para lograr aún la apariencia de una coalición.
Así que cuando dos países altamente capacitados están tratando de unirse agresivamente a una campaña militar dirigida por EE.UU. Estados Unidos, presumiblemente, tiene una buena razón para responder con "no, gracias." Esta es la peculiar situación en la que Estados Unidos se encuentra en el trato con Rusia y Turquía en la lucha contra Estado Islámico en Siria.
Las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS)- apoyadas por EE.UU. -están avanzando constantemente hacia el sur, hacia el bastión de Estado Islámico en Raqqa. Está garantizado que la lucha será lenta y agotadora. Una vez que las FDS lleguen al corazón de la ciudad, se encontrarán con una serie de trampas explosivas y terroristas suicidas, y Estados Unidos se encontrará en una posición muy difícil para proporcionar apoyo aéreo a las FDS, debido al uso frecuente por parte de Estado Islámico de escudos humanos.
Rusia ha insistido últimamente sobre su deseo de echar una mano en la ofensiva de Raqqa, haciendo hincapié en que Estados Unidos y Rusia ya se están coordinando a diario en el campo de batalla sirio. Como dijo el canciller ruso, Sergei Lavrov, el lunes "Esperamos que nuestros socios estadounidenses cooperarán con honestidad con nosotros sin tratar de poner en práctica un plan B o C a nuestras espaldas." Sin esperar una invitación de los Estados Unidos, Rusia ya ha estado reforzando un avance desde el sur hacia Raqqa con las fuerzas lealistas sirias, que aparentemente se encuentran a 24 kilómetros de la ciudad de Tabqa, justo al oeste de Raqqa, en el lago Assad.
Estados Unidos, por supuesto, quiere que la ofensiva contra Estado Islámico tenga éxito. Si los lealistas apoyados por Rusia retoman Tabqa en el camino hacia Raqqa, las líneas de suministro de Estado Islámico estaría comprometidas, ayudando al asalto de las FDS desde el norte. Pero Estados Unidos también sabe que la ayuda de Rusia en esta lucha viene con un precio. Rusia ya ha intentado, a través de conversaciones de paz, utilizar su implicación en Siria para llevar a Estados Unidos a una negociación sobre cuestiones más amplias - como las sanciones contra Rusia sobre Ucrania y la escala de crecimiento militar de la OTAN en Europa, por ejemplo-.
La Casa Blanca ha sido receptiva a un diálogo sobre la coordinación táctica aquí y allá con Moscú, pero en Washington no se sienten particularmente obligados a hacer concesiones sustanciales a Rusia. Por lo tanto, para gran frustración de Rusia, Estados Unidos mantiene su distancia. El martes, el secretario de prensa del Pentágono Peter Cook, restó importancia a las afirmaciones de Rusia en lo referente a la coordinación con Estados Unidos en Siria, aclarando en esencia, que las dos naciones se coordinan cuando es necesario para evitar que sus aviones de guerra se topen entre sí. Como dijo Cook, "Nosotros no vemos (la coordinación) como un problema en este momento. Y si se convierte en uno, será sin duda algo para lo que estaremos preparados para hacer frente".
La intención de Rusia en las próximas semanas es asegurar que la coordinación se convierte en un tema ineludible para Estados Unidos. En caso de que las fuerzas lealistas apoyadas por Rusia se acercasen lo suficiente a las FDS respaldadas por EE.UU. en Raqqa, Rusia podría posicionarse como el aliado perfecto para ayudar a eliminar a Estado Islámico o también podría posicionarse como un obstructor que ataca a las FDS que Estados Unidos necesita para volver a tomar Raqqa.
Rusia no es el único actor que intenta unirse a la coalición liderada por EE.UU. en Siria. Turquía está observando con ansiedad como las FDS llevan a cabo una ofensiva por separado contra el Estado Islámico en Manbij, a unos 40 kilómetros de la frontera entre Siria y Turquía. Si no hubiera sido por su enfrentamiento con Rusia, Turquía probablemente habría estado al frente de esta ofensiva por sí misma. No sólo habrían estado luchando para eliminar la amenaza que supone Estado Islámico, sino que, al mismo tiempo, habrían estado en condiciones de impedir que las fuerzas kurdas dentro de las FDS utilizaran el vacío de poder para expandir su territorio. Turquía ya ha dejado claro su extremo descontento con Estados Unidos en lo referente a trabajar junto con las fuerzas kurdas de las FDS. Para mantener a Turquía a raya y mantener a las FDS concentradas en destruir al Estado Islámico, Estados Unidos ha dado garantías a Turquía de que se emplearán más fuerzas árabes dentro de las FDS en la operación de Manbij y que las Unidades de Protección Populares kurdas (YPG) no serán capaces de tomar ventaja.
Sin embargo, estas garantías son sólo palabras. Turquía sabe que Estados Unidos hará una presión efectiva sobre la expansión kurda sólo mientras Estados Unidos siga estando interesado en la lucha contra Estado Islámico. Cuanto más éxito tenga Estados Unidos en esa lucha, antes se puede retirar y dejar que las fuerzas locales mantengan el terreno ganado. En ese momento, Turquía querrá estar lista para llenar el vacío. Turquía ya ha advertido que cualquier violación percibida de su entendimiento con Estados Unidos tendrá una acción turca como consecuencia. Como dijo el ministro de Exteriores turco, Mevlut Cavusoglu, "Si las YPG desean proporcionar ayuda logística al este del Éufrates, eso es diferente, pero después del final de las operaciones, no queremos a un solo miembro de las YPG al oeste del Éufrates."
Turquía ya está llevando a cabo su justificación para una intervención futura en el norte de Siria, pero todavía tiene que detallar ciertos molestos asuntos, como el entendimiento con Moscú para evitar choques en el campo de batalla. A medida que las fuerzas apoyadas por Rusia y EE.UU. avanzan hacia Raqqa, Turquía buscará una abertura en el diálogo forzado entre Moscú y Washington para ayudar a despejar el camino.