jueves, 14 de julio de 2016

Vuelve la diplomacia a Nagorno Karabaj


El presidente de Rusia, Vladimir Putin, y el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev (a la izquierda al fondo), durante la firma de unos acuerdos bilaterales en Azerbaiyán. En el primer plano podemos ver al canciller ruso, Sergei Lavrov (segundo desde la izquierda) y al ministro de Asuntos Exteriores de Azerbaiyán, Elmar de Mammedyarov (segundo desde la derecha), el 13 de agosto de 2013. (Foto de Presidential Press and Information Office / www.kremlin.ru / CC BY)

Las conversaciones diplomáticas sobre el conflicto de Nagorno Karabaj están avanzando a buen ritmo. El canciller ruso, Sergei Lavrov, visitó Bakú el 12 de julio para reunirse con su homólogo de Azerbaiyán, Elmar Mammadyarov, para discutir sobre el polémico territorio que alimenta el conflicto del país con Armenia. Después de las conversaciones, Lavrov dijo que las negociaciones están más cerca del éxito que antes, pero no reveló detalles. Mammadyarov se hizo eco de los comentarios de Lavrov, diciendo que las negociaciones habían llegado a un nuevo nivel, al tiempo que ofrecía pocos detalles. Es una buena señal, pero sin detalles —y sobre todo sin hechos— que justifican el escepticismo sobre las perspectivas de una solución a largo plazo.

Estos comentarios inusualmente positivos podrían ser un buen augurio para las conversaciones sobre el conflicto de Nagorno-Karabaj, que han estado en un punto muerto desde hace más de dos décadas. En abril, decenas de soldados a ambos lados del conflicto murieron y cientos más resultaron heridos cuando los combates entre Azerbaiyán y Armenia se escalaron brevemente a niveles nunca vistos desde el alto el fuego que se alcanzó en 1994. El estallido provocó temores de que se produjera otra gran escalada en el conflicto militar entre los dos países. Pero las potencias regionales respondieron rápidamente, y las intensas conversaciones, sobre todo con la mediación de Rusia y los países occidentales del Grupo de Minsk de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) sofocaron la violencia en cuestión de días.

Mientras que el campo de batalla ha estado bastante tranquilo desde principios de abril, la diplomacia ha estado a pleno rendimiento. Para Azerbaiyán, que no estaba satisfecha con los términos del alto el fuego de 1994, esta es una buena noticia. La escalada de abril no puede haberle ganado mucho territorio a Azerbaiyán, pero sorprendió a Armenia con la guardia baja y revitalizó las negociaciones para resolver el conflicto. Por otra parte, despertó de nuevo la atención internacional sobre el estancado conflicto, así como los países co-presidentes del Grupo de Minsk de la OSCE (Rusia, Francia y Estados Unidos), se han convertido en mediadores activos en las conversaciones mensuales entre el presidente de Armenia, Serge Sarkisian, y el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev.

De los actores externos, Rusia es el más importante e influyente. No sólo tiene una presencia militar en Armenia estimada en 5,000 efectivos, sino que también suministra la mayor parte de las armas de las fuerzas armadas de Azerbaiyán. El presidente ruso, Vladimir Putin, medió la reunión previa entre los líderes de Armenia y Azerbaiyán el 20 de junio en San Petersburgo. Aunque los funcionarios estadounidenses y franceses también participaron en estas conversaciones, Putin realizó una consulta independiente con Sarkisian y Aliyev —sin representación occidental— que, según Lavrov, produjo un "entendimiento" entre los tres presidentes.

No está claro lo que implica ese entendimiento o lo cerca que está de un acuerdo formal. Sin embargo, los informes de los medios de comunicación locales y los comentarios de los funcionarios rusos, sugieren que se trataría de una transferencia gradual de los siete territorios que rodean Nagorno Karabaj bajo la mediación de las fuerzas de paz rusas. Este plan tiene un problema evidente: Armenia quiere mantener su control político sobre Nagorno Karabaj y probablemente se resista ante la perspectiva de dar concesiones territoriales.

Además, Rusia, el árbitro principal de la disputa, no puede estar verdaderamente interesada en la resolución del mismo. El conflicto ofrece a Moscú influencia sobre Armenia y Azerbaiyán y mantiene a Rusia un paso por delante de sus rivales regionales como Turquía y los Estados Unidos. Aunque el envío de fuerzas de paz rusas a Nagorno Karabaj daría a Moscú una fuerte presencia militar en la región, también haría que las tropas rusas fueran vulnerables a un conflicto militar directo en un escenario en el que el Kremlin ha evitado hacer despliegues de tropas hasta ahora. Por lo tanto, para Rusia, mantener un papel diplomático activo en Nagorno Karabaj sin llegar a ningún gran acuerdo puede ser el resultado óptimo.

Dicho esto, el hecho de mantener conversaciones que no producen ningún cambio significativo en la situación actual del conflicto puede no ser sostenible en el largo plazo. Después de todo, la falta de avances en las negociaciones precipitaron el enfrentamiento de abril, y es poco probable que Azerbaiyán haga una pausa indefinida por la actual ronda de conversaciones. Si la diplomacia no produce resultados tangibles, no se puede descartar una escalada militar similar a la de abril o algo más grave por parte de Azerbaiyán. Esto puede explicar las declaraciones positivas de Rusia. Pero, en última instancia, la resolución del conflicto de Nagorno Karabaj requerirá hechos, más que palabras.