miércoles, 27 de julio de 2016

¿Estamos con Turquía, o contra Turquía?


El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, declaró el lunes que la Unión Europea ha fallado al hacer realidad las promesas de echar adelante su reciente acuerdo migratorio con Ankara. La declaración se produjo en medio de los rumores de que la Comisión Europea no puede ponerse de acuerdo sobre la mejor manera de hacer frente a la nueva realidad Turca, un argumento que se hace más fuerte y que dará forma al flujo de inmigrantes que va a ir hacia el continente en los años venideros. Algunas facciones supuestamente quieren reducir la cooperación del continente con el gobierno turco debido a las acciones tomadas por Ankara tras el fallido golpe de estado del 15 de Julio. Según informes, otros quieren preservar el acuerdo, que es necesario para frenar la afluencia de inmigrantes a Europa, también es crucial para mantener la crisis de la inmigración bajo control. Debates similares se llevan a cabo en los Estados Miembros del núcleo de la Unión Europea, sobre todo Alemania, y cómo se resuelva este dilema determinará en gran medida la capacidad de los refugiados de buscar refugio en Europa en el futuro.


La crisis migratoria, que alcanzó su punto álgido en la segunda mitad de 2015, amenazó a la Unión Europea de varias maneras. Se presentó ante muchos miembros de la UE con el dilema de cómo hacer frente a los cientos de miles de personas que atravesaban su territorio o que solicitaban asilo. Muchos estados de la UE respondieron cerrando sus fronteras y construyendo vallas, poniendo en peligro el Acuerdo de Schengen, que permite el libre paso entre los países firmantes. La crisis también exacerbó las tensiones entre los miembros de la UE: Los países de la Europa del Norte culpaban a sus pares del sur por no registrar a los inmigrantes, mientras que los países del sur de Europa acusaron a sus vecinos del norte de falta de solidaridad. Por su parte, Europa del Este simplemente ignoró los planes para distribuir los inmigrantes en todo el bloque. Sin embargo, tal vez el peligro más importante que la crisis planteó, fue el apoyo que prestó a los partidos euroescépticos y anti-inmigración en todo el continente, dando lugar al aumento de la incertidumbre política en toda Europa.

La posición estratégica de Turquía entre Europa y las zonas de conflicto de Oriente Medio, en particular Siria, hizo de este país un socio natural e indispensable para el Continente, que estaba desesperado por contener la corriente de inmigrantes. Ankara, a su vez, vio en la cooperación en materia de migración como una oportunidad para avanzar en sus demandas de cara a Europa. Y, de hecho, a finales de 2015, la Unión Europea se comprometió a dar dinero a Turquía, reanudar las negociaciones sobre su adhesión a la UE y levantar las restricciones de visados a los ciudadanos turcos que visitaran el bloque  —todo a cambio de la ayuda de Turquía en la detención de los inmigrantes que alcanzaran el territorio de la UE—. Por supuesto, la reactivación de las negociaciones de adhesión y la aplicación de la exención de visados son temas controvertidos en la Unión Europea, ya que muchos miembros creen que conducirían a una mayor inmigración desde la propia Turquía  —un país de unos 75 millones de personas, la mayoría de las cuales son musulmanes—. Pero teniendo en cuenta los muchos problemas que la crisis de migratoria ya había engendrado, las promesas a Ankara parecían un precio razonable a pagar.

Y desde que el acuerdo entró en vigor a finales de marzo, este ha tenido bastante éxito, al menos desde la perspectiva de Europa. La llegada de los inmigrantes en Grecia ha caído abruptamente, desde su máximo mensual de 212.000 en octubre de 2015 a aproximadamente 1.500 en junio. Otros factores, como el cierre de las fronteras a lo largo de la ruta de migración de los Balcanes Occidentales y las leyes de asilo más estrictas en los estados de destino más grandes, contribuyeron al descenso del flujo migratorio. El acuerdo no puso fin a las fricciones políticas en la Unión Europea, ni tampoco ayudó a mitigar la amenaza contra el Acuerdo de Schengen. Así mismo, el acuerdo no tenía relación con otras rutas de migración, como la ruta del Mediterráneo central que une el norte de África con el Sur de Europa. Sin embargo, dejando estas realidades de lado, el acuerdo había calmado considerablemente la agitación política en el continente, especialmente en Alemania, donde la popularidad del gobierno había mejorado después de meses de crítica popular por la forma en que se manejó la situación de los refugiados.

Pero una serie de acontecimientos recientes han puesto al acuerdo UE-Turquía en peligro. En el lapso de 10 días, Francia sufrió un importante ataque terrorista, Alemania experimentó varios ataques más pequeños, y Turquía se tambaleó tras un intento de golpe de estado. Aunque los autores de cada uno de los incidentes europeos tenían diferentes motivos y objetivos, compartían un rasgo común: todos eran inmigrantes o hijos de inmigrantes. Este hecho hará poco por detener la creciente ola de sentimiento anti-inmigrante en Europa. Los ataques a los pasajeros del tren en Würzburg, a una mujer en Reutlingen y a los espectadores en un festival de música en Ansbach son especialmente preocupantes ya que se llevaron a cabo por refugiados o solicitantes de asilo. Alemania, que abrió sus fronteras a los solicitantes de asilo en agosto de 2015, está especialmente preocupada por las repercusiones políticas de los ataques.

El golpe de Estado de Turquía es igualmente inquietante para Berlín. La represión de Erdogan a sus rivales políticos en toda la sociedad turca, ya sea en los medios de comunicación, los tribunales, la política, o el ejército, hará más difícil para las instituciones de la UE y los gobiernos mantener su parte del acuerdo de inmigración. Hasta el momento, el bloque sólo ha enviado dinero a Turquía  —e incluso entonces, lo hizo de mala gana—  y Erdogan se ha quejado de que Turquía ha recibido sólo entre 1 y 2 de los 3 mil millones de euros que le habían prometido. El resto de los términos del acuerdo serán aún más difíciles de cumplir. La reanudación de las conversaciones de adhesión era algo así como una promesa vacía desde el principio, dado que la apertura de conversaciones no garantiza una resolución de las mismas. Por otra parte, la cuestión más inmediata, la liberalización de visados, sigue siendo la más controvertida. A raíz del golpe fallido, los gobiernos y los tecnócratas de la UE también han pedido a Ankara que abandone su promesa de reinstaurar la pena de muerte.

Y así, Alemania se encuentra en la incómoda posición de tener que lidiar con el deterioro de la ley en Turquía y la defensa del acuerdo migratorio de Bruselas con Ankara. Los ataques recientes han hecho a Berlín más ansioso que nunca por detener a los nuevos solicitantes de asilo que llegan a la Unión Europea. Sin embargo, a pesar de ser un jugador clave en las negociaciones con Turquía, incluso Alemania puede tener problemas para convencer al Parlamento Europeo, que ha sido muy crítico con el gobierno turco, en lo referente a aprobar la exención de visados de Ankara.

Todavía no se ha fijado la fecha para debatir sobre el programa de visas, pero el Parlamento Europeo probablemente discutirá el tema cuando se reanude la sesión a principios de septiembre. Con toda probabilidad, el Parlamento retrasará su decisión mientras los miembros de la UE aplican medidas adicionales para restringir las condiciones en las que se permite la exención de visados y facilitar así su suspensión en caso de necesidad. Pero al final, el bloque continental no estará preparado para hacer frente a una nueva crisis migratoria mientras todavía se está lamiendo las heridas tras el referéndum de Gran Bretaña.

Esto le dará una gran ventaja a Erdogan para presionar todavía más sobre la política turca antes de considerar un acercamiento con la Unión Europea. El presidente sabe que tiene influencia para desestabilizar Europa, pero también quiere preservar el comercio, la inversión y los lazos políticos de Turquía con el continente. A tal fin, es probable que continúe con la aplicación del acuerdo sobre la inmigración, así como él de vez en cuando criticará al bloque para mantener las apariencias en casa. Sin embargo, la tensión entre Turquía y Europa continuará, y si el antagonismo entre estos dos actores se escala, podría desencadenar una crisis que los europeos esperábamos haber dejado atrás.

Créditos de las fotos: Vera Kratochvil / publicdomainpictures.net/ Public Domain

M.A.S.H.A.

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