El Secretario de Defensa de EE.UU. Ash Carter, saluda al ministro de Defensa de Marruecos, Abdellatif Loudyi, durante una reunión de ministros de Defensa de la Coalición Global contra Estado Islámico, el 20 de julio de 2016, en la base de la Fuerza Aérea Andrews, Maryland. (Brigitte N. Brantley / Office of the Secretary of Defense Public Affairs / DoD)
La intensa actividad diplomática durante la semana pasada ha revelado la nueva estrategia de Marruecos en la consecución de sus intereses en África. Pero las relaciones complicadas de Rabat en el continente y sus pretensiones sobre el territorio en disputa en el Sahara Occidental harán que la realización de sus objetivos no sea ni fácil ni incontrovertible.
Para cumplir sus objetivos, Marruecos tendrá que hacer frente a Argelia, su poderoso vecino del este y uno de sus principales rivales. Durante décadas, la relación de los dos estados se ha visto afectada por la hostilidad y la desconfianza mutua; incluso se enfrentaron en una breve guerra en octubre de 1963, conocida como la Guerra de las Arenas. Hoy en día, Marruecos y Argelia se mantienen en un callejón sin salida sobre el estado de un trozo de tierra aún en disputa: el Sahara Occidental.
Los dos países siguen cooperando en ciertos asuntos de interés común. De hecho, el 17 de julio, una delegación marroquí que incluía al jefe de inteligencia exterior del país firmó un acuerdo con Argelia para reforzar la colaboración en la lucha contra el terrorismo y aumentar el intercambio de información sobre los grupos extremistas y traficantes de droga. El funcionario era el enviado marroquí de más alto rango que ha visitado Argelia en más de dos años. Aun así, las relaciones de Marruecos con Argelia siguen estando fuertemente limitadas por sus conflictivos objetivos estratégicos.
El creciente poder regional y militar de Argelia alarma a Marruecos, que ha construido y asegurado sus relaciones con los actores externos que podrían contrarrestar a Argelia de ser necesario. En particular, Marruecos ha buscado vínculos con Francia y Estados Unidos, así como con el Consejo de Cooperación del Golfo. Ahora Marruecos está buscando afianzar sus lazos en el continente en un esfuerzo por asegurar sus intereses más allá de contener a su "problemático" vecino. El 18 de julio, Marruecos ha anunciado su intención de unirse a la Unión Africana, un bloque que abandonó en 1984 en protesta por la admisión de la República Árabe Saharaui Democrática —El Sahara Occidental— como estado miembro del bloque. Marruecos es el único país africano que no es miembro de la Unión Africana.
Después de haber invertido mucho en el fortalecimiento de sus relaciones económicas y diplomáticas con otras naciones africanas en las últimas dos décadas, Marruecos, finalmente, se siente obligado a volver al bloque continental y al mismo tiempo expulsar a la República Árabe Saharaui Democrática de la Unión Africana. Varios miembros de la Unión Africana ya han retirado o suspendido su reconocimiento al estado del Sahara Occidental al mismo tiempo que sus relaciones con Marruecos mejoraban. Entre estos estados se incluyen Burkina Faso, Santo Tomé y Príncipe, la República Democrática del Congo, Benin, Togo, Swazilandia, Madagascar, Chad, Seychelles, Burundi y Guinea Bissau.
El regreso de Marruecos al bloque tendría que ser aprobado por una votación entre los miembros de la Unión Africana —algo que está prácticamente garantizado—. Pero la intención del país de eliminar simultáneamente a la República Árabe Saharaui Democrática, incluso como condición previa a su regreso, ha dividido al bloque. En la última cumbre de la Unión Africana en Kigali, 28 de los 54 miembros del bloque expresaron su apoyo a Marruecos. Los estados restantes, encabezados por Argelia y Sudáfrica, celebraron el retorno de Marruecos, pero insistieron en que la membresía del Sahara Occidental no era negociable. En las próximas semanas, tendrá lugar una ronda de conversaciones de alto nivel mientras Marruecos maniobra contra Argelia y sus aliados para obtener los votos que necesita para regresar al bloque y expulsar al Sahara Occidental.
Tanto si Rabat tiene éxito como si no, su renovada estrategia política y diplomática está en consonancia con sus nuevas ambiciones. Para ampliar su influencia en África y cimentar sus reivindicaciones sobre el Sahara Occidental. Marruecos ha estado preparando el terreno económico y diplomático para ampliar su influencia en el continente durante décadas, y sus esfuerzos pronto podrían dar sus frutos. Pero a medida que Rabat busca recuperar un asiento en la Unión Africana, Argelia, —su principal rival— podría obstaculizar las aspiraciones de Marruecos en la región.
M.A.S.H.A
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