sábado, 2 de julio de 2016

¿Se repetirá el asalto al consulado estadounidense en Bengasi?


Marines estadounidenses suben a bordo de un Osprey en la base aérea de Morón, España, el 13 de mayo de 2014, en dirección a la base de Sigonella, en Sicilia, en aras de proteger al personal y las instalaciones de Estados Unidos en el Norte de África. (Alexander Hill / USMC)

Aquellos que sirven a su país en el extranjero, saben que su trabajo puede costarles la vida. Los soldados, el personal de seguridad y los diplomáticos ponen sus vidas en riesgo todos los días. Eso es parte de su trabajo. Pero en cambio, el gobierno tiene la obligación de no tomar riesgos innecesarios con la vida de su gente en juego.

El 11 de Septiembre de 2012, se cometieron errores y se perdieron vidas cuando las turbas invadieron el complejo diplomático de EE.UU. en Bengasi, Libia, lo que resultó en la destrucción del consulado y la instalación anexa de la CIA (además de la muerte de 4 estadounidenses). Dos años después, el 26 de Julio de 2014, Estados Unidos cerró su embajada en Tripoli tras la escalada de violencia durante la Guerra Civil Libia. Ahora, el Departamento de Estado está tratando de reabrir su embajada, aparentemente para demostrar el apoyo al débil gobierno central del país. Pero poner al personal de la embajada de Estados Unidos de nuevo en ese país problemático puede no valer la pena.


La cruda realidad

Desde el levantamiento islamista en 2014, Libia se ha dividido entre las administraciones del este y el oeste. A pesar de que un gobierno de unidad finalmente ha logrado establecerse en la capital del país, este nuevo ejecutivo todavía se enfrenta a una amplia resistencia  —especialmente en el este del país—. Por otra parte, sus seguidores son poco más que una agrupación amateur de milicias dispares, unidos sólo por una oposición compartida al Estado Islámico. En resumen, la situación está lejos de ser estable.

Sin embargo, el 15 de junio, Jonathan Winer, el enviado especial de EE.UU. en Libia, dijo a los miembros del Congreso que el Departamento de Estado quiere reabrir la embajada en el país. Washington, sin duda alguna, se siente bajo presión diplomática, ya que sus socios europeos también están contemplando su regreso al país. 

Sin embargo, la prudencia dicta precaución extrema en el futuro. Sólo se necesita echar un rápido vistazo a los últimos 50 años para darse cuenta de que el Servicio Exterior de EE.UU. tiene una desagradable tendencia a sufrir múltiples ataques catastróficos en el mismo lugar. En abril de 1983, por ejemplo, el grupo chiíta Hezbolá atacó la embajada de EE.UU. en Beirut, matando a 64 personas. El ataque exhortó a la comunidad diplomática de EE.UU. a proteger mejor a su personal en el extranjero, y el Departamento de Estado pronto salió con el Informe Inman, que recomendaba mejorar las medidas de seguridad en las embajadas en todo el mundo.

A pesar de que el departamento hizo mejoras de seguridad de alto nivel, la seguridad sobre el terreno seguía siendo demasiado laxa en Beirut. Un año después del primer ataque, la embajada fue víctima de otro atacante suicida. Aunque la misión diplomática en sí había sido trasladada a una parte más segura de la ciudad, los procesos y procedimientos de seguridad todavía estaban a medio implementar en el nuevo emplazamiento de la embajada. Así que el atacante simplemente condujo su coche hacia el interior del edificio y detonó los explosivos.

Ha pasado mucho tiempo desde entonces y ahora el departamento está mejor preparado para defender a los diplomáticos en el extranjero. Pero el ataque de Bengasi en 2012 fue un recordatorio trágico de que el departamento volvió a fallar. Y el asalto violento que terminó con la vida del embajador de EE.UU. Christopher Stevens en 2012 no fue el primer ataque contra las instalaciones diplomáticas estadounidenses en Libia; El primero ocurrió décadas antes, en 1967.

Protegiendo a la diplomacia

La creación de una misión diplomática de EE.UU. en Libia puede enviar un poderoso mensaje sobre el compromiso de Estados Unidos con el nuevo gobierno de unidad. Pero si la embajada sufre otro ataque grave, el gesto significará casi nada. Mi preocupación es que el personal del Servicio de Seguridad Diplomática (DSS) será enviado sin equipo y apoyo suficientes, al igual que ocurrió en Bengasi.

Si hay que reabrir la embajada, el DSS debe contar con el personal, las herramientas y los recursos necesarios para llevar a cabo la misión de forma segura. Los analistas de la Oficina de Inteligencia y Análisis de Amenazas del DSS, junto con agentes de la División de Protección contra Grandes Amenazas, serán necesarios para llevar a cabo una evaluación amplia de las amenazas y establecer las líneas básicas para la protección, como hicieron en Kabul y Bagdad.  También deberían revisar la embajada abandonada en busca de explosivos y dispositivos de escucha y hacer planes de contingencia para evacuar al personal de forma segura y rápida  —planes que estaban ausentes en Bengasi—. Los kits médicos y extintores también son muy importantes, como lo es también un programa real de contravigilancia. 

Además de esto, el gobierno de Libia tiene que intensificar su labor y hacer su parte. En 2012, los guardias locales simplemente huyeron de la embajada. Nadie quiere que se repita el suceso de 2012. Pero teniendo en cuenta la situación de seguridad sobre el terreno en Libia  —y el tenue control del gobierno sobre el país—, no estoy convencido de que las autoridades libias tengan la capacidad de ayudar en la seguridad de la embajada

Desde 1916, el DSS ha tenido que hacerse cargo de difíciles tareas en lugares peligrosos, según lo dictado por las necesidades del Servicio Exterior, con poco que decir sobre si los beneficios de este tipo de misiones justifican los riesgos. En mi opinión, la causa de esta disfunción burocrática se encuentra en el Departamento de Estado. Después de todo, la Oficina de Seguridad Diplomática informa a la Subsecretaría de Gestión. Hasta que la oficina tenga un asiento en la mesa para discutir las cuestiones de seguridad, no soy optimista de que la situación vaya a cambiar, y tenderá a repetirse.


Vídeo de Euronews sobre el ataque al consulado de EE.UU. en Bengasi.